lunes, 24 de junio de 2013

ADIOS PARIS Y MI SEGUNDA PROMESA

Luego de terminar de visitar el museo Louvre, ya eran un poco mas de las 4:00 pm, solo para buscar la puerta de salida de ese museo era un problema, tan grande eran los ambientes y algo confusas las señales que me llevo cerca de 20 minutos llegar a la puerta exterior, una vez que estaba en la calle, volví a sacar mi mapa y ver mi siguiente destino en la ciudad de París, El Palacio de los Inválidos.

El Palacio de los Inválidos  fue edificado en el siglo XVII como residencia para los soldados franceses retirados del servicio. Durante el año 1674 comenzaron a llegar los primeros huéspedes de los Inválidos, llegando a ser más de 4.000 a finales de siglo. Los soldados que habían prestado servicio a la armada francesa durante más de diez años podían retirarse y, lejos de lo que pudiera pensarse, no dedicaban su tiempo a contar anécdotas sobre la guerra y a jugar a las cartas, sino que lo aprovechaban para culturizarse y realizar algunos trabajos arreglando uniformes o zapatos, entre otras tareas.



Algunos historiadores cuentan que si bien este palacio pareciera mostrar al rey como un hombre solidario y bueno, el rey lo hizo porque al ver que venían muchos inválidos de las guerras, decidió hacerles una cárcel y que no se los viera por la ciudad dando un mal aspecto de París y que esta se llenara de mendigos, así este palacio se volvía la cárcel para los inválidos.

El Palacio Nacional de los Inválidos es uno de los monumentos más importantes de París, no sólo debido a su gran riqueza artística y su imponente aspecto coronado por una preciosa cúpula dorada de 100 metros de altura resulta llamativo desde diferentes partes de la ciudad.  Sino por ser una parte importante del pasado de la armada francesa y acoger la sepultura de Napoleón.




Al entrar a la zona del domo, justo por debajo del domo, en el centro está el sarcófago que guarda las cenizas del famoso Napoleón Bonaparte, toda una leyenda para Francia. En todo el centro hay un balcón del cual tú te acercas y al inclinarte a mirar abajo ves el ataúd, la otra manera de verlo es bajar al sótano y al levantar tu mirada ver de nuevo el ataúd. Nunca al ataúd lo veras frente a ti, siempre mirando hacia arriba o siempre mirando abajo. Se dice que Napoleón antes de morir dejo órdenes precisas para la colocación de su féretro. Este debería estar siempre arriba de tal manera que todos los que quieran verlo, alzaran su ojos y lo vean por encima de ellos pero a la vez también debería estar ubicado, de tal manera que todos los que se acerquen a mirarlo, se inclinen ante su féretro.

A partir de su muerte, el ataúd ha llamado a muchos curiosos por saber la posición del ataúd. Y al llegar al balcón, todos inclinan sus cuerpos en señal de reverencia o alzan la mirada en seña de respeto. La historia cuenta que solo hubo una persona…..bueno 2 personas... que no se inclinaron a mirar el ataúd. El primero fue Hitler, que al llegar a París, tenía la curiosidad de saber cómo estaba puesto el ataúd de Napoleón y como era, pero como no se atrevía a inclinarse, entonces mando a traer unos espejos grandes para que le puedan mostrar el ataúd desde arriba y no agacharse a mirar. El segundo que no se inclino fui yo, no necesite traer espejos ni nada de eso, con la ayuda de mi cámara, tome una foto de arriba hacia abajo y pude mirar a través de la pantalla LCD de mi cámara el ataúd de Bonaparte. Listo.



Faltaban 15 minutos para las 6:00 pm, Salí corriendo buscando los trenes con sus conexiones que me lleven hasta el famoso distrito de Montmartre. Uno de los distritos mas visitados en París, por ser la cuna de la famosa “Belle Epoque” o la Bella Época. También conocido como el "barrio de los pintores", sus pequeñas y empinadas callejuelas constituyen un entramado que incluye desde los más antiguos cabaret hasta los alrededores de la Basílica del Sagrado Corazón. 

Me dirigió allí, porque un día antes había separado un cupo para el walking tour por las calles de ese distrito y que iba a estar a cargo de Agustín, el guía que ayer nos mostró París, y es que cuando llegas a Montmartre, parece casi un distrito tipo barranco, algo bohemio, como que se hubiera quedado detenido en el tiempo hace 70 años, pero cuando alguien un guía te explica la historia que se han escrito por esas calles, te cuenta la vida de los artistas, pintores y poetas, este distrito toma un nuevo matiz y el tour te llega a fascina y te hace viajar en el tiempo a esos años de la Bella Época.
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Y es que acá hay mucho que contar y escribir, me pasaría línea y líneas de todo lo que se dijo en el tour asi que tratare de resumir.

A finales del siglo XIX el barrio adquirió muy mala fama debido a los cabaret y burdeles que se instalaron en la zona, pero diferentes artistas que lo consideraban un barrio encantador se trasladaron allí para convertirlo en el maravilloso lugar que es en la actualidad.





Montmartre abarca dos áreas muy diferentes, en las proximidades de la Plaza Pigalle reinan las luces de neón anunciando infinitos sex-shops y algunos cabaret entre los que destaca especialmente el mítico Moulin Rouge, cuyos espectáculos atraen a cientos de turistas cada noche.

Por los alrededores de este lugar se cuentan historias de personajes como Picasso, Van Goh, Jules Verne, Sara Bernhardt, Jose Asunción, Lautrec, etc. Prácticamente a partir de esta fecha, es donde Paris se vuelve el centro mundial de arte, la comida y la moda. Cada foto a continuación tiene una historia, pero que explicarlo me demandaría mucho.










Luego tras una empinada subida de 197 escalones se llega hasta el Montmartre más bohemio en la Place du Tertre, situada en la parte alta de la colina. Se trata de una de las zonas más agradables del barrio, tanto para cenar en alguna de sus terrazas como para disfrutar de las obras de arte de los pintores que se extienden por la zona.

Detrás de esta zona, a unos cuantos metros están la Basílica del Sagrado Corazón, un precioso templo desde el que se obtienen maravillosas vistas de la ciudad. Basílica con mucha historia y arte dentro de ella, muy recomendable la visita, además la basílica suelen estar repletas tanto de turistas como de locales que acuden a pasar la tarde disfrutando de una de las mejores vistas de Paris.



A las 9:30 de la noche, salía de este barrio pasando por el muro del amor, en donde están escritos en más de 3500 idiomas la palabra “Amor”.


Ahora mi última parada y mi último lugar para visitar en París era el famoso río que cruza París, El Senna.

Llegue cerca de las 10 pm a las orillas, había conseguido por algunos contactos un boleto de 13 euros para poder subir a un ferri que te lleva a pasear a través del río, así que me subí al último ferri de la noche, y pude contemplar París con algo de sol, y París de noche con su puentes y su calles.

Debo confesar que después de ver a París desde el río Sena, la emoción me embargo y por primera vez en todo el viaje, me dio ganas de llorar, dicen que a todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido esa sensación de llorar al ver algo que nos ha emocionado, algunos tienen esa sensación al ver el cuadro de La Ultima Cena o la Mona Lisa, otros al ver frente a ellos el Machu Pichu, otras al ver la basílica de san Pedro, al ver por primera vez a su hijo en la cuna. Tal vez a ti también te ha pasado que contemplaste algo que hizo que la emoción sea tan grande que tuviste ganas de llorar.



Justo por esos minutos, el guía del ferri indico que estábamos a punto de cruzar el puente de los deseos, y que todo viajero que pasa por debajo de allí, debe cerrar los ojos y pedir su deseo mas profundo que tenga. Por un momento me deje llevar por la emoción de Paris y cerré mis ojos y pedí el deseo mas profundo que tengo guardado y solo el de arriba lo sabe.



Termino el tour frente a la Torre Eiffel, 11:00 pm y allí estaba nuevamente la torre esperandome, esta vez miles de luces jugaba por sus estructura, y por momentos las luces se encendían y apagaban como un árbol de navidad dando el mejor espectáculo que había visto mis ojos, me dirigí nuevamente a los jardines del trocadero, el lugar mas alto desde donde se puede apreciar la torre, sentado allí, solo, mismo Remi de la película Ratatoulle, contemplando París, volvía a hacer mi segunda promesa a una ciudad, de volver a ella a seguir descubriendo su belleza.




Me quede hasta medianoche contemplando una de las mejores escenas que han visto mis ojos, enamorado de París y de su tesoros, entonces tome mi mochila y me despedí de París, baje a la estación de metro para tomar mi bus rumbo a la casa de mi amigo Elí y descansar ya que mañana a primera hora tenia que ir al aeropuerto para mi próximo destino.





4 comentarios:

  1. Ver la Torre con sus luces es un espectaculo hermoso..... solo espero q pronto vuelvas a Francia. Te esperaré !!!

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  2. Ya termine oe niño malcriado donde pones tus manos jaja le lindos lugares

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  3. El poner las manos en los pechos de esa mujer, tiene toda una leyenda, muy larga para contarla, ella es una de las mujeres mas bellas de la epoca bella, asi que era un deber ponerlas y ver si la leyenda se cumplia

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  4. Solo esper que no vayas solo la siguiente vez..ciudad del amor y Solano....no hay chiste....y tampoco alucines con la sobrina......jajaja

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