DIA 06
Este día me levante cerca de las 10 de la mañana, me levante más descansado, había dormido 7 horas por fin, un día antes habíamos ido con 2 viajeros más recorrer el sur del país y nos quedamos hasta altas horas de la noche entretenidos mirando las auroras.
La verdad, tenía ganas de seguir durmiendo, pero uno como viajero sabe que eso es lo último que se piensa, siempre hay algo nuevo por conocer y experiencias por vivir, no tenía nada pensando ni programado, así que saque mi lista de cosas que me faltaban por hacer y una de ellas era ir a visitar el museo Perlan
La verdad y con poco ánimo, me levante, me prepare un desayuno rápido a base de queso, leche y galletas y Salí a caminar los 25 minutos que me separaba hasta el museo.
Con el frio encima y con algo de pereza iba, sin embargo, me motivaba el seguir conociendo y los buenos comentarios que había escuchado decir de ese lugar:
Indicaban que hoy por hoy era el museo más visitado del país y que era una parada obligatoria, ya que presentaba de una manera bastante amena, las maravillas de la naturaleza que presenta el país de Islandia
1. Al ingreso nomas hay una sala donde cada 30 minutos se exhibe una película en la que se presentan el fenómeno de las auroras boreales. Pero no es cualquier presentación, está la hace en un techo abobado, en donde te sientas de manera un poco inclinada hacia atrás, y cuando menos te das cuenta, te genera el efecto que estas echado mirando el cielo, los cielos de Reikiavik y por momentos volando por el espacio. Termino la proyección y yo quería seguir echado allí durmiendo, pero nos sacaron.
2. El museo tiene una cúpula o domo de vidrio, con su estructura de aluminio. Dentro de la cúpula están el 4 y 5 nivel, pero en el 5to nivel la vista es única de toda la ciudad. Se tiene una vista de 360º y lo mejor de todo, es que no tienes que estar muriéndote de frio para tener esa vista, a diferencia de subir la torre de la iglesia de Hallgrímskirkja, que la vista es buena, pero no soportas de estar más de 15 minutos en la parte alta contemplando las vistas, el frio y el viento hace que no dure mucho el momento. Pero dentro de la cúpula, puedes sentarte a almorzar o cenar, o talvez solo tomar un café mientras tienes esas vistas únicas, puedes ir rotando de mesa con tu café a medida que vas dando la vuelta completa. Yo no iba a pagar tanto por un café en ese lugar, así que lleve mi lata de coca y mis galletas que me habían regalado unos días antes, eso era mi refrigerio de tarde.
3. Y lo tercero y bastante interesante, es que, en el sótano, te hacen entrar a una cámara de frio o un frio bar gigante, con pasadizos, donde puedes caminar y sentir el frio tal y como son los inviernos en Islandia, a menos de 20 grados de temperatura. Lo malo, es que el recorrido que lo haces en medio de paredes de hielo y lo han hecho bastante llamativo, es muy corto, cuando te das cuenta ya estas saliendo de la zona.
Así como lo descrito anterior hay más cositas que hacen que el visitante interactúe con la naturaleza de Islandia, un cuarto donde se simula en algo los temblores generados por la erupción de volcanes, sismos a los que este país también está acostumbrado a pasar.
Al final del recorrido, pude entender y reflexionar de una manera más amplia la importancia del agua para la tierra y el problema del calentamiento global, en la que se ven como hace 20 años ñas masas de hielo se han reducido y han perdido grandes masas de hielo y como la temperatura ha ido aumentado a través del tiempo. Si Islandia sufre de estos problemas del calentamiento, que nos espera a nosotros que vivimos casi cerca de la zona ecuatorial. Dios nos ampare.
Una hora antes de terminar mi recorrido por el museo, mi amiga Gabriela me llama para indicarme que hoy ella y su familia iban a ir a las piscinas calientes, lo que para nosotros serian baños termales islandeses, algo así.
Estos no eran cualquier baño termal, eran los baños termales, lugares donde van solo los islandeses o residentes, no van turistas, al menos que sean invitados como en mi caso. Los baños termales son parte de la vida de un islandés, ellos no pueden vivir sin ir de manera muy continua a uno de esos lugares a relajarse. Fue una noche bastante bonita, estar metido en esas piscinas calientes, no tiene precio esa sensación, de hecho, sentía que, por momentos, los islandeses me miraban, como diciendo: “Y a este quien lo trajo”. Era muy obvio el contrate de color de piel q había entre todos ellos y el mío.
Luego de estar bien tiempo dentro de los baños termales, nos dirigimos a una heladería, acá también las heladerías son como los cafés para nosotros, ellos no dicen: Vamos por un café…. Ellos dicen: Vamos por un helado. No importan que sean las 12 de la medianoche o 2 de la mañana, para ellos es muy normal comer helados, aun cuando el clima sea extremadamente frio, y siempre van a encontrar una que otra heladería abierta. De hecho, confirme que los helados de acá tienen un sabor y textura diferente, Pink Berry de Lima es una broma para estos helados. De acá en adelante cuando vaya comer helados, cerrare los ojos y podre recordar en algo, los helados de Islandia.
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